Pedro
Eduardo Leal
Aquel eslogan que rezaba “la tierra de lo
posible”, utilizado por Henrique Salas Römer en la campaña presidencial en la
que se midió contra Hugo Chávez a finales de la década de los 90 hoy vuelve a
cobrar sentido en Venezuela, y es que definitivamente en materia de destrucción
del poder adquisitivo de los venezolanos cualquier cosa que pueda sonar
inimaginable es realmente palpable a medida que la crisis económica avanza.
Por años, venezolanos hicieron sacrificios
inenarrables para adquirir bienes en medio de la dolarización progresiva e
implícita de la economía venezolana. Su anhelo, contar con propiedades que le
permitieran tener una vejez rentable o que a la hora de sumarse a los más de
cuatro millones de venezolanos que han decidido estar del otro lado de nuestras
fronteras, pudieran emigrar con un piso financiero que le permitiera arrancar
de cero.
Hoy la compra venta de productos en divisas
extranjera, ese negocio rentable desde que empezó a volverse polvo cósmico el
bolívar, es una real quimera. Venezolanos y extranjeros residentes en el país,
que en el pasado adquirieron inmuebles, automóviles o artefactos calculados en
moneda extranjera hoy ven con desolación como sus adquisiciones se han
devaluado, volviéndose una misión imposible revenderlos a un precio igual o
mayor al que lo negociaron.
Si bien es cierto que en cualquier economía
sólida los activos se devalúan a medida que se desgasta su vida útil, en
Venezuela –producto del aumento de la demanda y ante la poca oferta en los
diversos mercados– se hizo costumbre “engordar” propiedades, entiéndase
comprarlas y esperar que se revalorizaran para venderlas.
Sobre las propiedades, este fenómeno no ocurre
solo en las ciudades satélites, el mismo fenómeno se está viviendo en la ciudad
capital y en las principales urbes del país. Un apartamento del este de Caracas
que en 2017 no se cotizaba en menos de $50.000, este año agentes inmobiliarios
son incapaces de ofrecerlos en más de $35.000
Ángel
Alvarado:
Se trata de un principio básico de la
economía y es que al caer la demanda de los productos disminuye el precio de la
oferta. El economista y diputado a la Asamblea Nacional, asegura que hay actualmente en Venezuela mucha
oferta, gente que se quiere deshacer de propiedades por lo que, según agrega,
hay caída hasta de 50% en el valor de los bienes.
El experto atribuye este afecto a la contracción económica
registrada en los últimos años en Venezuela.
En este
aspecto, puntualiza el también analista financiero Jesús Casique que los
venezolanos dejaron de analizar el precio del paralelo ante el desespero por
desprenderse de sus activos, bien sea o para irse del país o para obtener
bolívares y así cubrir necesidades básicas.
“Multiplicar
el equivalente en bolívares de un propiedad adquirida en $25.000 nadie se lo va
a pagar y es que el paralelo se ha disparado a una proporción que no aplica
para la compra venta de inmuebles por su volatilidad”, añade Casique.
Nadie,
subraya, va a pagar $25.000 en Venezuela, con la situación de inseguridad que
atraviesa el país, y muchos menos en bolívares, porque es difícil que alguien
tenga hoy día tantos bolívares en el país. De esta manera, el especialista,
justifica la cantidad de arbitrajes o remates que se ven hoy en el país.